martes, 22 de abril de 2014

Ayer, Lunes de Pascua


Se acabó la semana santa y otra vez curso.

Toda la tarde en la peluquería , para las mechas y corte nuevo. Quedé muy rubia. No me apetecía ir al curso -estaba desmotivada, y eso que quedé en hacer tres blogs para  unas amigas y mi hermana. Lo curioso es que salió de mi, les hablé del curso..., de lo necesario y chulo que es tener un blog..., y se deben creer que controlo mucho. Si llegan a ver mi blog se mueren de risa-.


No hubo examen, se pospuso otra vez  para mañana martes, ¿por qué? Pues no lo sé porque llegué 10 minutos tarde. El profesor me saludó de forma amable y por mi nombre, como hace con todos los alumnos. Preguntaba la definición de un blog y luego resumió en la pizarra sus aspectos determinantes.

Siguió preguntando, los tipos de blogs. A mí me preguntó que era un blog personal -está claro porqué-. Le respondí que era aquel blog donde se escribían, comentaban  o mostraban experiencias personales, que podían ser de distintos tipos, desde viajes…Dijo -está bien- y mientras explicaba de forma más correcta lo que era un blog personal, yo pensaba en  la de estupideces que se pueden poner en un blog y lo hortera que puede ser. Un blog como el mío no interesaría jamás a nadie. Así me sentía después de ver algunos blogs el domingo al intentar hacer un blog de los que me comprometí sobre dulces.
Luego le preguntó a Paco por el blog profesional. Le dio una definición sin dudar, en lenguaje de marketing. El profesor matizó que esa definición era más bien para un blog corporativo o empresarial. Paco, que  parece de esas personas sencillas y buenas que asienten  de forma instintiva a lo que dice el otro -generalmente por no discutir, y aunque sepan que está equivocado no dicen nada a no ser que se les pregunte- y  que en ocasiones se ponen colorados, no sé qué cara puso.  No me di la vuelta para verlo, pero sé que llevaba un jersey de punto anaranjado.

Éramos 7 hasta que llegó Martina. Alegre, como siempre la he visto hasta ahora, se sentó en el extremo de la primera fila, al lado del ventanal. La noté distinta, quizá más arreglada. Llevaba una chaqueta de traje hasta la cadera de color azul marino, un pantalón del mismo color, una blusa beige y un foulard crudo volteado en el cuello. Las botas camel de ante le quitaban seriedad a su atuendo. Estaba algo maquillada y se le veía la raya en los ojos a través de sus gafas de pasta negra. Llevaba muchas pulseras y las uñas pintadas con esmalte rojo vino. Su postura informal llamaba la atención,  sentada con su melena negra echada hacia atrás y  con la rodilla derecha apoyada en el borde de la mesa era capaz de escribir en el teclado y en el cuaderno.

Ana, con pantalón y chaqueta vaquera y el pelo sin recoger, preguntó:
 -¿es una red social el blog?
-no es exactamente una red social- dijo el profe, y empezó a exponernos las diferencias. Entonces, mientras el profe le aclaraba a Ana cuestiones parecidas, me pude fijar que Elena, al otro lado de mi fila, llevaba el reloj de correa azul turquesa. Al ser zurda, se le veía claramente. Sin embargo ya no iba tan combinada, más bien al contrario, el reloj se mataba con el jersey azulón, y con el pañuelo anudado al cuello. Más tarde me di cuenta, por  su acento, que debe ser de origen colombiano o peruano, -no distingo muy bien esos acentos-. Era la única que llevaba una botellita de agua, de marca blanca, que ponía encima de la mesa junto a su estuche de lápices circular de cuadraditos rojos.

El resto de la clase se me hizo muy largo, intentamos instalar de nuevo el wordpress. Me perdí varias veces. El profesor intentaba resolver los problemas de cada uno. ¿Por qué me lié tanto?, ¿culpa mía? Probablemente. Pero  quizá el profe pudo uniformizar más los tiempos, es decir, aunque alguien ya lo hubiera bajado y en español, pues volverlo a hacer todos juntos y a la vez, mostrándonos en la pizarra paso por paso. Los ánimos de la clase bajaron. Era ya la hora de terminar.
- bueno mañana continuamos- dijo el profe finalizando la clase
- es que no sé si podré venir mañana- le dijo una de nosotras, impaciente, como queriendo que le resolviera el problema ahora el profe, le
–pues entonces al día siguiente- le dijo el profe con templanza .


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